¿A quien no le gustan los mejillones en escabeche? por supuesto a nosotros nos encantaban los buenos de lata, pero se nos ocurrió que por qué no íbamos a poderlos hacer naturales.
Y ha resultado no solamente que es bien fácil, sino que salen riquísimos. Verás que si los pones de aperitivo te costará dejar de comerlos, hasta que se acaben.
Ingredientes:
1 Kg. mejillones (o una terrina de 300 gr. de carne) 100 cc. de aceite de oliva virgen (Arbequina) 75 cc. de vino blanco 75 cc. de buen vinagre de sidra o vino blanco 1/2 cucharadita de pimentón de la Vera 1/2 cucharadita de sal 4 hojitas de laurel 2 clavos de olor 16 granos de pimienta negra 1 o 2 guindillas de Cayena (opcional) 2 dientes de ajo
Elaboración:
Nosotros muchas veces usamos los mejillones que venden en terrinas, ya cocidos y envasados en su propia agua. En gran parte por la comodidad de uso, dado que los puedes comprar y consumir al cabo de unos días, pero también porque -aunque parezca mentira- en Bilbao es difícil de conseguir unos mejillones gallegos de calidad.
Por supuesto si tienes acceso a buenos mejillones frescos, lo primero será abrirlos al vapor en una cazuela tapada con un chorrito justo de vino blanco, y una vez abiertos y fríos separar la carne de las conchas.
El agua de abrirlos (o la de la terrina) la separamos, si la queremos usar luego (ya verás para qué).
Un paso fundamental (también para los de terrina) es revisar uno por uno para quitarlas las posibles barbas que hayan quedado, procurando no romperlos,
Por otro lado debemos confitar los aromáticos en el aceite. Para ello lo pondremos a calentar en una cazuelita, con el ajo (pelado, cortado en 2 y sin el germen), el laurel, la pimienta y el clavo (y la guindilla si los quieres picantes). Una vez que cojan calor los dejaremos hacer suavemente durante media hora, a una temperatura de 100 a 120 ºC (si no tienes termómetro controla para que casi no se note que se fríen los ajos, justo verlos burbujear un poquito).
Al final estará el aceite con todo el sabor de los aromáticos, que dejaremos para que sigan aromatizando, pero retiramos los ajos, que habrán quedado ligeramente dorados y no nos interesa que dejen más sabor.
Ahora calentamos el vino blanco en un cacito, que dé un hervor fuerte de unos segundos para que pierda la mayor parte del alcohol. Como alternativa -si no queremos ni rastro de alcohol- podemos sustituirlo por el agua de cocer los mejillones bien filtrada, en cuyo caso luego no añadiremos sal. Después añadimos el vinagre, el pimentón y la sal, y volvemos a calentar pero sin que llegue a hervir.
En un bol o tupper ponemos los mejillones, y repartimos sobre los mismos el vinagre y el aceite con los aromáticos, todavía calientes. Para que se conserven bien procuramos que no quede ningún mejillón sobresaliendo del líquido del escabechado y los tapamos con su tapa o film transparente.
Aunque se podrían comer inmediatamente es mucho mejor dejar los mejillones reposar al menos una hora, para que se enfríen bien y se integren más con el sabor del escabechado, aunque lo ideal es hacerlos de un día para otro, que habrán cogido todavía más sabor. Incluso se conservarán en el frigorífico sin problemas durante varios días, aunque recomendamos sacarlos como una hora antes de comerlos para que no estén helados.
Por supuesto puedes ajustar los aromas que uses a tus gustos, pero inténtalo y verás lo dicho al principio: estos mejillones en escabeche son fáciles de hacer y salen francamente sabrosos, muy aromáticos y tersos, no blandos como los de lata. Ponlos simplemente acompañados con un buen pan, que la salsa está de untar, y ya verás como repites...
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Dificultad: facil
T. Preparación: 45 min.
T. Espera: 1 hora