Hoy toca una receta super clásica, con pocas variaciones pues casi todo el mundo la hace similar, aunque tiene nuestro truco especial como siempre. Y lleva su tiempo, pues es muy importante respetar el tiempo de cocción.
Partiremos exclusivamente de carne de vaca de calidad (al contrario que muchas recetas que la mezclan con carne de cerdo), para que se note más el sabor a dicha carne y salga más sabrosa.
Ingredientes:
600 gr. de carne de ternera picada 1 cebolla grande 1 diente de ajo 1 zanahoria 1 ramita de perejil 1 cucharadita de tomillo 2 rebanadas de pan de molde pequeñas 50 cc. de leche 1 huevo mediano aceite de oliva virgen 1/2 hoja de laurel sal y pimienta harina 250 cc. de vino blanco
Elaboración:
Como digo partiremos exclusivamente de carne de vaca (ternera mayor o añojo), que elegiremos de calidad (rabadilla sería lo ideal), no las clásicas de 3ª que te pican en casi todos los sitios. Si es para niños (o nos gusta más suave) la mandamos pasar 2 veces por la picadora para que quede bien fina.
Otro truco importante es no echar crudas las verduras que aderezan la carne, sino ablandadas previamente. Para ello freiremos 1/6 de cebolla (bien picadita) durante 10 minutos, luego le añadimos el ajo tambíen muy picado y tenemos otros 5 minutos. En el último minuto incorporamos el perejil picado. Reservamos.
En un bol amplio batimos el huevo con la leche, luego añadimos la miga del pan bien picada, y mezclamos todo con un tenedor, aplastando y deshaciendo todavía más la miga hasta hacer casi una papilla.
En una fuente honda mezclamos la carne con la cebolla y ajo reservados, el tomillo, y el contenido del bol anterior. Aliñamos con sal y pimienta, y revolvemos muy bien para que se mezcle totalmente la carne con los otros componentes y casi desaparezcan.
Tapamos la fuente con film transparente y la dejamos en la nevera al menos 30-60 minutos para que se asiente.
Una vez reposado, hacemos bolas con la carne, más o menos del mismo tamaño, a gusto del consumidor: los hay que las prefieren grandes y quienes gustan pequeñas. Con el tamaño medio saldrán unas 24 bolitas. Las pasamos por harina y vamos dejamdo en una tabla o fuente amplia.
Freimos las albóndigas en aceite abundante a fuego medio, hasta que se doren bien por todos lados, y las vamos pasando a una cazuela mediana, calculada para que acoja justamente el total de albóndigas.
En el mismo aceite (si ha quedado medianamente limpio, si no mejor en aceite nuevo) freimos el resto de cebolla y zanahoria, picados groseramente, con la hoja de laurel, pimienta y sal. Hacemos unos 20 minutos, revolviendo a menudo. Añadimos el vino blanco (podría ser mitad vino y mitad caldo de carne) y cocemos otros 20 minutos. Retiramos la hoja de laurel y trituramos todo con la batidora de brazo, pero groseramente, sin dejarlo muy fino (o pasamos por el pasapures).
Añadimos la salsa a la cazuela de las albóndigas, rectificamos de sal y ponemos a hervir a fuego suave durante 1 hora.
Este plato, como casi todos los guisos, mejora notablemente de un día para otro. Así que al día siguiente ya podremos disfrutar del sabor a carne de nuestras albóndigas, con una rica salsa, y si quieremos le ponemos unas patatas fritas de acompañamiento.
|
Dificultad: normal
T. Preparación: 40 min.
T. Espera: 1 hora
T. Cocción: 1 hora 40 min.